Condiciones naturales




Corría el año 1941, en plena guerra africana enfrentando a los aliados Alemanes e Italianos, con el ejército Real Inglés. La Áfrika Korps del general Rommel, hacía estragos en el cada vez mas decadente ejército inglés. El frente de guerra fue retrocediendo desde Argelia hasta llegar a Libia , parecía que los alemanes no tenían Límites. En Europa habíamos invadido con muy poco esfuerzo, a países como Austria, Polonia, Bélgica, Holanda y Francia. Hitler observaba la torre Eiffel, nada se cruzaba a en su camino.

Las condiciones en el desierto no eran tan sencillas, se necesitaba constantemente abastecimiento de suministros desde el mar. Agua, comida, ropa, armamento, ... , los ingleses empezaron a derribar nuestros barcos, y cada vez pasábamos mas hambre. Como decía las condiciones eran durísimas, pero recuerdo una noche por encima del resto. La oscuridad calló y no se veía nada, llevábamos dos días a pie, y no encontramos ningún pueblo de camino, una tormenta de arena hizo el resto. En medio de la nada, empezamos a volar por los aires, y es todo lo que recuerdo.

Al día siguiente desperté aturdido, tenía golpes por todos lados, me sangraba la pierna derecha por lo que me costaba caminar. Mi guarnición estaba repartida por kilómetros cuadrados de arena, semi enterrados en ella, nadie parecía con vida. Mi sorpresa llegó cuando los uniformes no eran sólo alemanes, sino también británicos. Estábamos muy cerca del enemigo. Me estaba levantando después de comprobar si un compañero seguía con vida, cuando note un pinchazo en la espalda. Un soldado inglés me apuntaba desde atrás. Estaba sangrando , con una venda en la cabeza, intentaba sobreponerse, pero ni siquiera podía ver por el ojo derecho, hinchado seguramente por un gran golpe. Teníamos todos los kilómetros del mundo por recorrer. Lo poco que le entendí, es que quería llevarme prisionero para explicar lo sucedido. En las paradas que hacíamos, yo aprovechaba para dormir. Siempre al despertar, lo veía apuntándome con la escopeta.

El sol era agotador, no se podía caminar, hacía mas de un día que comenzamos a andar, y lo poco que pudimos encontrar en buenas condiciones, nos lo habíamos comido y bebido. Encontramos una pequeña montaña que nos daría cobijo para la noche, sin nada que perder me tumbé. Raymond seguía con su misma táctica, apuntándome con su escopeta con aquella sonrisa pícara. Yo me dormí en un suspiro. Sin embargo, Raymond no volvió a despertar.

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